Balcones
Que la universalidad está dentro y no fuera. Cuánto he viajado yo, sin apenas moverme, desde que volví.
Lo grande de estas ciudades pequeñas, sin pretensiones, sin premios a esencias fantasmas y mutilantes no es lo que muestran, sino lo que dan, los balcones a otros mundos, a todos los mundos. Y siempre con barandas finas como de palodú, de altura justa para no molestar pero agarrarte, como una madre, si te pierdes en vuelos mal calculados.
Granada es azul casi siempre. Y cuando no, es dorada.
0 comentarios