La (no) prisa


Leo en un perfil profesional.

"Ya son dos meses sin trabajo", dice, desesperado y con prisa casi agónica. Lo vuelvo a leer y atraviesan mi mente (porque ya estuvieron ahí y se saben el camino) esa misma urgencia, la ira, la pérdida, el vacío, la despersonalización, la esperanza (a veces), la pena, las preguntas, la culpa, las preguntas, el perdón, las preguntas, las preguntas, las preguntas... Cuando los dos meses son dos años, ya no hay porqués. Ni ira. Ni crisis de personalidad porque tu personalidad ya es otra, más esencial, ligera, elemental. Ni culpa. Ni pena. Sí hay tiempo, mucho tiempo, pero no te da para casi nada. Y cambia algo más: que de tanta prisa que tienes ya no tienes prisa.

Imagen: Alicia Savage

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