Dos o tres veces
Dos, tres o cuatro con suerte.
Un par de veces se detiene el tiempo. Apenas unos segundos en los que nada es importante, ni los años pasados ni los sueños que han de estamparse contra espejos de falso azul brillante. Dos o tres veces en la vida cierras o abres los ojos y todo el mundo conocido o por conocer cabe en una exhalación. El resto es tiempo que pasa, muy rápido, arrastrando inocencias, empedrando pieles aún de caramelo. Y trayendo quizá, con suerte, otra eternidad de esas que duran solo unos segundos.
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