Maletas sin deshacer

De cuando conjuraba esperanza e ilusiones para evitar el apocalipsis. Pero llegó. Recogí mis cosas, dejé unas llaves en un descansillo, esperé para oír, en punto, las campanadas de Santa Catalina y tomé un tren. ¿Ahora? Bien, pero con alguna maleta aún sin deshacer.

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